Bryan Cranston, el hombre que sobrevivió a ‘Breaking Bad’

¿Qué puede hacer un actor después de ser Walter White? El icónico personaje de ‘Breaking Bad’ es una de esas creaciones más grandes que la vida, capaces, por su densidad y su alcance, de triturar la carrera y la existencia del intérprete que le ha dado vida. Los casos son muchos y sobradamente conocidos, porque con frecuencia acaban en los tabloides, detenciones y clínicas de desintoxicación mediante. El ¿y, ahora qué?, el espectro de la futilidad tras el éxito arrollador, es un abismo ante el cual los actores, esas criaturas delicadas que se inmolan un poco en cada visaje, suelen marearse con facilidad.

Bryan Cranston es ejemplo de todo lo contrario. Un año después del final de ‘Breaking Bad’ ganó un Tony por su interpretación de Lyndon B. Johnson en ‘All the Way’, y se metió en la piel de Dalton Trumbo con un papel que le valió una nominación al Oscar. Seguro de sus cualidades y de su talento, esquivó airosamente la endiablada sombra del proteico White. Y por ello, lejos de tener una relación problemática con el torturado químico por el que le siguen reconociendo por la calle, todavía lo abraza con afecto y lo saca a pasear cada vez que tiene oportunidad. Incluso cuando lanza una marca de mezcal con su pareja de reparto de entonces, Aaron Paul, el imaginario fronterizo que estimula el trago mexicano parece apelar al vívido recuerdo que conserva el espectador de las peripecias de ambos cuando cocinaban metanfetamina en el desierto.

Quizá fuera esa compañía permanente de Walter White lo que le animó en 2020 a aceptar el papel de Michael Desiato, el juez de Nueva Orleans que se corrompe para salvar la vida de su hijo en la serie de Showtime ‘Your Honor‘, cuya segunda temporada está disponible desde ayer viernes en Movistar Plus. Produciendo y vendiendo droga, White quería garantizar el porvenir material de su familia cuando el cáncer terminal que padecía se lo hubiera llevado, y por ello se vio arrastrado a una imprevista espiral de crimen y degradación moral. El juez Desiato de ‘Your Honor’ abjura de sus principios para encubrir a su hijo, autor de un atropello mortal que ha costado la vida al vástago de un conocido clan mafioso. Y la cosa, de nuevo, se sale de madre. Y quede ahí la sinopsis porque el secreto de la trama merece ser guardado para quienes no hayan visto esta serie en la que Cranston solo es la punta de lanza de un extraordinario reparto -Michael Stuhlbarg, Hope Davis y la incorporación en esta segunda temporada de Rosie Pérez- que hace diabluras con esta historia inspirada en un original israelí, ‘Kvodo‘, lo cual ya es una buena credencial (¿recuerdan ‘Homeland’?).

«Acepté este papel porque como padre me obligó a preguntarme qué haría en su situación. ¿Hasta dónde sería capaz de llegar para proteger la vida de mi hijo? Y la respuesta fue que haría cualquier cosa. Michael Desiato elige convertirse en un criminal porque cree que así salvará la vida de su hijo. Cuando eso se sale de control y su decisión afecta a personas inocentes, el drama se desencadena», explica Cranston en el curso de una conversación con varios medios a través de Zoom, antes de reflexionar sobre su sesgo a la hora de elegir papeles ahora que puede.

«Si miro hacia atrás, veo que quizá exista un patrón, y es que los personajes que me atraen suelen estar heridos de algún modo, son víctimas de un dolor profundo», confiesa. «Suelo preguntarme por una serie de rasgos. ¿En qué es bueno? ¿En qué no es tan bueno? ¿Cuál es su ambición? ¿Cuál es su secreto? ¿A qué le tiene miedo? Son aspectos que no te encuentras empaquetados en el guion, así que tienes que usar tu imaginación y tu instinto para encontrarlos y conectarlos. Para el actor son como clavijas, asideros a los que aferrarte para sentirte más seguro a la hora de trabajar».

A Cranston le preguntan con frecuencia dónde encuentra los recursos para enfrentarse con solvencia a personajes trágicos que afrontan una sucesión de dilemas morales y las consecuencias, casi siempre desgraciadas, de sus decisiones. «Sobre todo actores jóvenes que quieren saber lo que hay en mi caja de herramientas», bromea, antes de descubrir sus trucos. «Básicamente hay cuatro cosas que un actor debe tener. Lo primero es el talento innato, el impulso y la habilidad de poder actuar. Después una curiosidad insaciable: tienes que tener la capacidad de hacerte preguntas con naturalidad, de investigar, de ir a la biblioteca para entender lo que le sucede a tu personaje. Lo tercero es tener la capacidad y la disposición para abrir tus propias emociones e identificarlas con las del personaje, incluso las que a menudo no somos capaces de exteriorizar. Expresar amor y alegría es muy fácil, pero tenemos que poder expresar celos, resentimiento, dolor, desesperación, ira, y estar dispuestos a hacerlo. El cuarto elemento es la imaginación. Es el conductor que te permite conectar y complementar todo lo demás».