La Casa Blanca sobre la filtración contra la Sedena: “Todos los Gobiernos son vulnerables a ser ‘hackeados”
La filtración masiva de cuatro millones de correos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ha marcado las horas previas a la reunión bilateral sobre Seguridad que celebrarán representantes de México y Estados Unidos este jueves en Washington. En una conferencia de prensa telefónica a propósito del encuentro, dos altos mandos del Departamento de Estado han evitado entrar en la polémica sobre el ataque cibernético que sufrieron las Fuerzas Armadas mexicanas, aunque sí reconocieron que existe el riesgo de que se exponga información sensible, sobre todo en lo que toca a operaciones en el terreno. “Todos los Gobiernos son vulnerables a ser hackeados”, ha señalado Ricardo Zúñiga, subsecretario interino de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental.
“Siempre existe el peligro de que una información sea filtrada”, ha dicho Zúñiga a pregunta expresa de EL PAÍS sobre cómo impactará la filtración, atribuida al grupo de hackers Guacamaya, en la reunión bilateral que es parte del Diálogo de Seguridad de Alto Nivel entre ambos países. El encuentro estará encabezado por Antony Blinken, el secretario de Estado estadounidense, y Marcelo Ebrard, el titular mexicano de Exteriores. Zúñiga ha reconocido que es conveniente que las instituciones y agencias de Estados Unidos y México discutan cómo pueden “protegernos juntos” ante amenazas comunes a la ciberseguridad.
Tres de las seis preguntas admitidas en la conferencia de prensa fueron sobre los llamados Papeles de la Sedena, también conocidos como Guacamaya Leaks. La línea del Gobierno de Joe Biden es no hacer mayores comentarios sobre el hackeo y no ventilar preocupaciones específicas, al menos en público. “La filtración de datos es un problema global”, ha comentado, por ejemplo, Todd Robinson, subsecretario de la Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación de la Ley. Los periodistas también preguntaron sobre las implicaciones de las filtraciones en El Salvador, donde el Ejército también fue expuesto por Guacamaya. Robinson se ha limitado a decir que las acciones a tomar “dependen bastante del caso en específico”.
Los funcionarios tampoco han hecho comentarios sobre el seguimiento que los militares mexicanos hicieron al embajador estadounidense Ken Salazar, otra de las revelaciones retomadas por la prensa mexicana. Sobre el despliegue de las Fuerzas Armadas para tareas de seguridad pública y las implicaciones para los derechos humanos, los diplomáticos han dicho que “sin importar quien desempeñe esas tareas”, el respeto a los derechos humanos es crucial y es un aspecto que es monitoreado de cerca por el Congreso de Estados Unidos, sobre todo para aprobar los fondos para la cooperación bilateral contra la inseguridad y la violencia.
La reunión bilateral sobre seguridad tendrá como temas prioritarios la seguridad regional, el narcotráfico y la migración. Si bien el ciberataque al Ejército mexicano acaparó las preguntas de la prensa, los diplomáticos estadounidenses centraron su mensaje en amenazas específicas, como el tráfico de armas y de personas por la frontera, así como la incidencia de organizaciones delictivas. En la parte alta de esa lista de preocupaciones está el combate al fentanilo, la sustancia detrás de una crisis de salud pública que se cobró el año pasado más de 70.000 vidas por sobredosis en Estados Unidos. La droga sintética, 50 veces más potente que la heroína, está también detrás de la sofisticación de las estrategias criminales de dos gigantes de la droga: el Cartel de Sinaloa y el Cartel Jalisco Nueva Generación. “Debemos hacer más para abordar la amenaza de las drogas sintéticas como el fentanilo”, ha afirmado Robinson. “Es nuestra principal prioridad”, ha asegurado.
El fin de semana pasado, EL PAÍS publicó un reportaje sobre la guerra de Washington y México contra el fentanilo, a partir de los documentos hackeados a la Sedena. Los archivos detallan los intercambios de información entre la cúpula del Ejército mexicano y personal adscrito a la Embajada estadounidense, y las tareas de inteligencia contra los grupos criminales, desde la intercepción de señales y el seguimiento de coordenadas en tiempo real hasta el espionaje de entregas de armas y cargamentos de droga.
Las autoridades estadounidenses han informado de la incautación de más de 10 millones de pastillas de fentanilo, en buena parte proveniente de México, en los últimos cuatro meses. Las Fuerzas Armadas de México han asegurado más de 15 millones de pastillas desde que Andrés Manuel López Obrador llegó al poder en diciembre de 2018. Pese a que el presidente mexicano ha asegurado que las agencias de EE UU no han intervenido en los últimos grandes golpes a la delincuencia, el combate al fentanilo y la captura de capos de alto perfil apuntan a lo contrario y a que la colaboración es permanente, aunque muchas veces se libra en frentes más discretos. “Estados Unidos y México trabajan juntos”, fue una de las frases dichas por Robinson sobre las claves de la reunión. “La relación es fluida y fuerte” fue otra.
“México sirve como un socio estratégico en la zona”, ha declarado Zúñiga sobre la migración, otro de los asuntos en el eje de la agenda bilateral. En Estados Unidos se dicen “complacidos” con la colaboración del Gobierno de López Obrador para contener los flujos migratorios, uno de los temas más complicados para la presidencia de Biden y que más críticas ha provocado de parte del Partido Republicano. La mano dura contra la migración también ha sido polémica en México, donde las presiones de la Casa Blanca se han traducido en acciones más estrictas en el terreno y significaron un viraje en la política migratoria de los primeros meses de la Administración de López Obrador.
Al frente de la delegación mexicana en Washington estará Ebrard y la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez. Ebrard tiene reuniones agendadas con Blinken; el fiscal general de EE UU, Merrick Garland, y el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas. Esta reunión se produce un mes después de la visita del titular del Departamento de Estado a México, donde se reunió con López Obrador para conversar prácticamente sobre las mismas líneas: la guerra contra el fentanilo y el narcotráfico, la migración y la situación económica en ambos lados de la frontera.