El milagro asiático

DINERO – Por Enrique Galván Ochoa | Hubo un tiempo en que China veía con ojos de envidia a México. En la década de los 70 nuestro país había transitado por una época conocida como ‘‘desarrollo estabilizador’’, con una economía saludable, una moneda estable y una clase media en expansión. En cambio, China era una sociedad semirrural. Los ciudadanos se movían en bicicleta y vestían ropa de manta y sandalias de hule. Además, sufría un severo bloqueo internacional.

Le tocó a México contribuir a romperlo. El entonces presidente Luis Echeverría dijo a la Asamblea General de las Naciones Unidas que era inconcebible mantener excluida a la República Popular, cuando contaba con una cuarta parte de la población mundial.

Por mayoría fue aprobada la resolución 2758, que restituyó los derechos a China y expulsó a la llamada China Nacionalista. Todos los presidentes que siguieron a LEA han visitado el lejano país. Es como una peregrinación obligada a la Muralla China.

En los años transcurridos de los 70 a la fecha se convirtió en la segunda potencia económica mundial; en cambio, México ha ido retrocediendo hasta caer en el estancamiento actual, que dura ya cinco lustros. Las causas de este fenómeno son muchas, pero hay una digna de tomarse en cuenta: en China existe pena de muerte y mutilación –cortar la mano, por ejemplo– para los funcionarios corruptos, mientras que en México se les premia bautizando con sus nombres calles y avenidas.

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