El tamaño aproximado del infierno

Por  Juan Manuel Magaña | Mensaje Político.com | El país está hecho para delinquir. Así se le ha mantenido durante mucho tiempo. Los gobiernos panistas así lo recibieron de manos priistas, pero también lo «perfeccionaron» al acabar de destruir los órganos de justicia y seguridad de la nación, dígase el Cisen, la PGR, la contraloría, la policía o el ministerio público, y, al ser tan buenos para corromperse.

Al ejército lo han dejado más que abollado. Y a la institución presidencial la acorrientaron a más no poder.

Por eso no es extraño que la delincuencia tenga un incentivo tan alto para ser la actividad más lucrativa del país, como acaba de reconocerlo el nuevo secretario de Gobernación: en México se castiga sólo uno de cada cien delitos. Y ese es el verdadero reino de la barbarie.

Ahora que tampoco es que Miguel Osorio Chong haya descubierto algo, pero sí es interesante que lo diga porque como alto representante del nuevo gobierno está asumiendo la nueva realidad heredada por el fracasado panismo, aunque sin deslindarse del pasado reciente.

Acríticamente acusa recibo del tamaño aproximado del infierno que sin embargo según los priistas dicen que serán capaces de cambiar. Vamos a ver si es cierto.

Es aproximado el tamaño porque los recién llegados como Osorio o Murillo Karam -ayer hablábamos de él- dan la impresión de que aun buscan datos debajo de las alfombras de sus dependencias sobre el tamaño del problema y de que no tienen todas las respuestas para los reclamos que tocarán a sus puertas. Quizá para entonces ya tengan las piezas que ofrendarán en sacrificio.

Los priistas suponen que hasta 2011 fueron 70 mil los muertos de la guerra de Calderón -éste decía que «nomás» 44 mil 500-, creen que ya hay entre 60 y 80 cárteles más violentos y peligrosos que los cinco de antes, pero no tienen idea del número de desaparecidos, ni de las miles de muertes de migrantes que han intentado cruzar el país y se lo pensarán muy bien antes de ponerle una cifra a las denuncias por violaciones a los derechos humanos en el teatro de esa desastrosa guerra.

De lo que sí están seguros es de que este es un país en el que las ejecuciones son ya la segunda causa de muerte en México y de que entre 2006 y 2011 se cometieron aquí 10.6 millones de delitos. Y también de que el secuestro aumentó 83 por ciento; el robo con violencia, 65 por ciento; la extorsión, 40 por ciento, además de que se duplicaron los robos en carretera y de vehículos asegurados.

Lo que las abultadas cifras de este diagnóstico indican es que en este país ha triunfado la injusticia, patrocinada sobre todo por la corrupción y la impunidad gubernamentales. Ha sido el gobierno parte del delito en México. Y así es como arranca el presente gobierno.

Su propio diagnóstico es la fotografía de un país que con el tiempo se verá si recibió los cuidados suficientes o no para sobrevivir o para finalmente sucumbir a sus vicios.

De entrada, difícil será comenzar si no se llama a comparecer al pasado inmediato.