La intransigente Merkel

Por Regino Díaz Redondo | Madrid.- La canciller alemana Ángela Merkel está escandalizada por el desempleo del 26.2% español, el más alto de la Unión Europea desde que el neoliberalismo se apoderó de las riendas de los gobiernos del área continental.

Doña Ángela, con su acostumbrada forma de enfocar los problemas europeos, reclamó, con suavidad y no muy buen juicio, que nuestro gobierno no haya sabido poner un remedio a la situación y que esto origina un golpe más para el progreso de la comunidad internacional.

La dama, sin embargo, asegura, entre congoja y reprimenda, que por ese motivo deben continuar “las reformas estructurales” que consisten en mayores ajustes, estrangulamiento de la economía doméstica española y deterioro del optimismo nacional en cuanto a las posibilidades que tiene el país de emerger con una mayor capacidad decisoria.

Los jefes de Estado y gobierno del resto de las naciones parecen continuar en su habitual sordera y acatan, sin rechistar, las decisiones que toma unilateralmente la dueña del dinero de Bruselas.

¿Cómo espera la primera ministra alemana que mejoren las condiciones de vida de más de 300 millones de habitantes si el dinero está manejado por unas pocas manos que no responden a intereses de colaboración, sino a avariciosas pretensiones para fortalecer aún más a los gobiernos que dominan la zona?

¿Espera la ya casi socia de François Hollande, con el que ha tenido reuniones en Berlín, ganarse el ánimo del presidente francés para que éste transija en los asuntos que en principio reivindicó para cambiar las estructuras económicas de la Unión Europea?

Pero la culpa, obviamente, no es ni tan siquiera mayoritariamente de ella sino de los súbditos político-financieros que se han unido en un solo cuerpo sin alma para ir destrozando el proyecto más importante de la posguerra.

Mientras, las colas aumentan

A Mariano Rajoy, que acaba de estar en Perú y desde donde, con su acostumbrada cara de apesadumbrado, anunció que mantendrá los 400 euros a los desocupados en tanto la tasa de desempleo no baje del 20%,  le tiene poco preocupado, aunque él lo niegue, que las colas para buscar empleo aumentan entre los españoles y que los emigrantes que nos aliviaban de las cargas más pesadas están saliendo a raudales del país.

¿Quiere, el presidente del gobierno, nutrirse de los que aquí quedan, que en gran parte son, por desgracia, los menos preparados, para ocupar las plazas de los profesionales preparados e inteligentes que emigran a los llamados de dos o tres naciones del norte de Europa donde se les recibe como trabajadores de segunda?

¿No se da cuenta este repetitivo señor que el poder se hizo para ejercerlo y defender los intereses de los que votaron por él y no supeditarse a las exigencias extranjeras que nos perjudican y nos hunden aun más en el abismo en que nos encontramos desde hace más de cinco años?

¿Ha explicado la política germana en qué condiciones está dispuesta a emplear a los que huyen de esas naciones para encontrar, de buena fe, mejores condiciones de vida?

Es decir, ¿ha expuesto sobre la mesa de alguna manera fehaciente los puntos cardinales en que basa su proyecto para dar ocupación a cientos de miles que están tocando las puertas de su transnacionalizada industria exportadora de material de alta tecnología y maquinaria que fortalece a sus socios excontinentales?

Es una burla que estamos soportando con pasividad extrema y repugnancia los que aún conservan un prurito de orgullo y de autoestima y pasará a la historia como uno de los hitos más nefastos de los últimos 20 años.

Este problema no sólo afecta a España sino que arrasa también, en forma indiscriminada, y se dice con desenfado, a Italia y Chipre y a alguna otra nación que no tardará en salir a la palestra, independientemente de la ya agotada Grecia, cuyo primer ministro Samarás acaba de dar entrada a su gobierno a un miembro del partido nazi Amanecer Dorado.

¿Un pacto internacional dentro de la Unión Europea entre los dirigentes gubernamentales podría ser una solución?

En estos momentos es improbable que esto ocurra en tanto la altura de los presidentes no alcanza ni la del enano del tapanco.

Por tanto, la influencia del Bundesbank que presiona a su Cámara de Diputados se mantiene intacta y sus señorías obedecen, a pie juntillas, lo que ellos llaman “el bienestar alemán” por encima de cualquier otra eventualidad de mayor alcance humanístico y de respecto a los derechos humanos.

A Portugal, los alemanes lo mantienen un tanto al margen así como a Irlanda porque sus gobiernos tienen colores neocapitalistas que tanto complacen a los que se han apoderado del porvenir de una parte del desarrollo económico y político del planeta.

¿Tiempos de desgobierno?

Un ejemplo clarísimo de las posiciones irreductas de los financieros es lo que acaba de declarar el señor James Dimon, presidente del J. P. Morgan, en Davos, cuando expresó que es necesario retirar los 15 mil millones que tienen depositados en nuestras naciones, de inmediato, porque corren el peligro de perderse en lugares “donde no se hace una economía medianamente satisfactoria y adecuada a los tiempos que nos gobiernan”. ¿Cuáles son esos tiempos que nos desgobiernan?… ¿Nos desgobiernan por incapacidad o por pavor, por abulia o por negligencia, por espíritu esclavista o porque dormimos mucho la siesta?

El Fondo Monetario Internacional vuelve a la carga y echa su conejo a retozar: el PIB de España caerá este año el triple de lo previsto, al 1.5%. Y, ¡Eureka!, se atreven, oh, bondad, a vaticinar que el de Alemania crecerá sólo el 0.3% en vez del 0.6%.

Estas últimas cifras son para mitigar el nocaut a las naciones necesitadas con el visto bueno de la dueña del territorio de nuestro entorno.

Esa organización que preside doña Christine Lagarde insiste en que el rescate es imprescindible y que debe hacerse cuanto antes, otra vez más para que el impacto de la penuria sea menor.

(He aquí las ventajas de que goza Christine Lagarde para desempeñar el puesto que ostenta:

1.- Tres días después de ser nombrada, se sube el sueldo un 11%.

2.- Ganará 378 mil euros al año, libres de impuestos.

3.- Más de 58 mil euros por gastos no justificados.

4.- El FMI pagará los viajes de su pareja cuando “sea conveniente su presencia”.

5.- Se le reembolsarán los “gastos razonables” de ocio relacionados con la actividad del FMI.

6.- Tendrá derecho a la jubilación de pensiones.

7.- Su sueldo se actualizará siempre de acuerdo con el índice de precios sin ligarlo a la productividad.

8.- Le exigen ética, integridad y discreción. También, que evite presentarse con apariencia impropia de su puesto.

¿De qué nos sirven las ya habituales quejas mezcladas con sonrisas de Luis de Guindos, ministro español de Economía, quien entre abrazos y sonrisas, se atreve de vez en cuando a declarar que “hemos tocado fondo”?

No sólo lo  hemos tocado sino destrozado. Hemos abierto una herida que será muy difícil de cerrar en un futuro mediato y los responsables, aunque no sean totalmente los mencionados, cargarán con la culpa y la reclamación de las futuras reclamaciones que no están dispuestas a soportar mayores desafíos ni pisoteos.