México Político: Crimen sin castigo

Por Juan José Solís | “…Que el castigo del crimen, no sea el crimen del castigo”.Lo que más afecta al ciudadano mexicano es darse cuenta que cada vez hay menos impartición de justicia y cada vez más impunidad. A la fecha, prácticamente todos los mexicanos conocemos de forma directa o a través de una persona cercana, actos criminales que han quedado impunes, bien sea por negligencia de la autoridad o porque simplemente no existen las estructuras necesarias que permitan la impartición adecuada de justicia.
México es un país donde todo es posible excepto la justicia; aquí, lejos de crear empleos y condiciones de vida digna para que todos los mexicanos “vivan mejor”, la políticas gubernamentales fomentan la exportación hacia Estados Unidos de un número importante de ciudadanos mexicanos en forma de mano de obra barata. Otros que por algún tipo de suerte tuvieron la oportunidad de una instrucción académica, son literalmente expulsados del país para que se incorporen en las universidades estadounidenses a continuar sus estudios y sólo allá desarrollen sus conocimientos, ya que en México no existe trabajo para científicos con altos índices de productividad. Así entonces se despoja a la nación de sus hombres y mujeres de trabajo y prácticamente no se hace nada por evitar dicha exclusión.
La gente que se va del país, se va porque sabe que en México no hay justicia. Que mientras una persona es encarcelada por robarse un pan, otro más puede desfalcar al país y vivir cómodamente sin castigo alguno, absolutamente impune.
Pareciera entonces que la desigualdad es lo que impera en la construcción de la realidad mexicana y no se avizora una medida que pueda cambiar dicha situación. En todo caso lo que observamos es la degradación de una forma de convivencia sana y pacífica, para pasar a un estado de supervivencia, al miedo y la inseguridad misma.
Desde hace varios años, México pasó de ser un país de sólo una clase política corrupta, a una nación inundada de violencia, crimen y derramamiento descomunal de sangre. La estrategia del miedo acompañada del crimen es sin duda la peor manera de gobernar. Sin embargo, para la noción de algunos políticos poderosos es la única forma efectiva de gobierno y seguramente pensaran que es la más eficiente.
Lo grave es que la fábrica sistemática de crímenes provoca que crezca una ola de más y mayor violencia, porque no sólo son los criminales quienes quedan impunes, sino también la propia autoridad que no puede ser cuestionada ante su ineptitud. Las torpezas del aparato de impartición de justicia simplemente son archivadas y dejadas en el olvido, generando una terrible frustración entre quienes esperan un mínimo de justicia.
Empero, la torpeza del sistema de procuración de justicia no lo es todo. Existen escenarios más catastróficos y lamentables, sobre todo cuando se utiliza la justicia con fines distintos a su naturaleza. Lo observamos con detalle en diversos políticos enriquecidos astronómicamente y envueltos en un exagerado escándalo mediático y político, son exonerados silenciosamente.
El crimen se supone debe merecer un castigo, pero el problema es que el sistema judicial cada vez está más debilitado de tal manera que prácticamente los crímenes no son castigados ni siquiera en una forma mínima o simbólica. Lo vimos cuando el ex secretario sospechosamente millonario Genaro García Luna, violó en flagrancia la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y no hubo una sola acción de castigo: al contrario; Felipe Calderón celebró la aventura del ingeniero mecánico, cerrando o bloqueando de paso a medios de comunicación que, ajenos a corruptos periodistas, han denunciado todo este enrarecido contexto nacional.
Y no se diga de los académicos quienes con su sapiencia a cuestas, han padecido el cierre de espacios libres de expresión o en su defecto son descalificados desde las incomibles columnas periodísticas de gacetilleros profesionales entrenados para enaltecer la miseria del actual gobierno.
Peña Nieto ya habló fuerte y bien. Esperemos que en 2013, los hechos coincidan con sus palabras. Pero aún más, con las expectativas de todo el pueblo de México.