López Obrador insiste en su reforma eléctrica ante la presión de EE UU: “Las empresas no quieren dejar de robar”

El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, no tiene intención de dar su brazo a torcer en lo que respecta a la reforma eléctrica. Estados Unidos, principal socio comercial, ya ha expresado su preocupación sobre la iniciativa que limita la generación energética privada y que amenaza con detener el crecimiento de las renovables. Ante la posibilidad de que el tema surja durante la cumbre bilateral del 18 de noviembre con el presidente Joe Biden, el mandatario mexicano ha afirmado este miércoles que él insistiría en que se trata de un tema interno. “Ese es un asunto que corresponde a nosotros, a los mexicanos”, ha declarado en conferencia de prensa.

La cumbre, que se celebrará en Washington, tratará la migración, el acceso a vacunas contra la covid-19 y los problemas en las cadenas de suministro, ha explicado el Gobierno mexicano. Oficialmente, la reforma eléctrica no será uno de los temas prioritarios. Sin embargo, esta iniciativa ha despertado recelos en la Administración Biden y es seguida de cerca por sus representantes diplomáticos. El embajador en México, Ken Salazar, afirmó el martes que las empresas estadounidenses están “preocupadas” y que el país latinoamericano requiere de esa inversión.

Pese a las presiones, por ahora sutiles de los funcionarios estadounidenses, López Obrador ya sabe qué le respondería a Biden sobre la que es su máxima prioridad legislativa en este momento. “No está en la agenda, pero si surgiera nosotros explicaríamos en qué consiste la reforma”, ha dicho. “En el caso de que me dijera algo le diría: Pues, presidente, es que no quieren dejar de robar y díganme qué se hace en estos casos, ¿me convierto en cómplice o represento con dignidad a mi pueblo?”.

El presidente ha acusado de corruptas a multinacionales como la española Iberdrola. No se conoce ninguna denuncia ante la Fiscalía General de la República contra la empresa, pero el presidente no le perdona su aparente cercanía con los Gobierno mexicanos anteriores. “Los de Iberdrola, de la industria eléctrica, que tuvo el atrevimiento de hasta contratar a un expresidente de México como empleado, a la secretaria de Energía del Gobierno federal también la contrataron”, ha señalado este miércoles. Esa asociación ha alimentado la hostilidad del mandatario contra las empresas del sector.

En lo legal, la postura mexicana es que el sector energético queda fuera del T-MEC, el tratado de libre comercio que une a las tres economías norteamericanas, y que el Gobierno tiene mano libre para legislar sobre este asunto. “Si me pregunta, que no creo que lo haga porque es muy respetuoso y ese es un asunto que corresponde a nosotros, a los mexicanos, nosotros no vamos a dar consejos a otros países, a otros gobiernos, para hacerles recomendaciones y él es muy respetuoso de nuestra soberanía”, ha dicho López Obrador.

La reforma eléctrica incluye la cancelación de todos los contratos vigentes firmados por centrales privadas y la renegociación de los términos por parte de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), además de la eliminación de los organismos que regulan el mercado de forma autónoma. La iniciativa privada ha reaccionado con alarma. Son más de 40.000 millones de dólares invertidos en el sector, de los cuales alrededor de 1.000 corresponden a inversiones estadounidenses en energías renovables, según Ken Salazar. Tras reunirse la semana pasada, por separado, con la secretaria de Energía Rocío Nahle y con empresarios del sector, el diplomático dijo no saber “si sea posible llegar a una resolución”.

Independientemente de las presiones de EE UU, el Gobierno tiene que conseguir los votos suficientes para aprobar la reforma constitucional, que requiere de una mayoría de dos tercios. El PRI y el Partido Verde todavía no han definido con claridad su postura y serán claves para determinar el éxito o el fracaso de la iniciativa.