Jairo y Ricardo explican el raro caso Cinépolis y por qué Alejandro Ramírez es así

Cito la columna de Jairo Calixto Albarrán en Milenio:

“Ahí tenemos el dudoso caso de Cinépolis y el niño asesinado en una de sus instalaciones. En el mismo estilo de tantas y tantas historias (de la guardería ABC a la señora de Zongolica ), en este asunto todo se presta para la duda, el desmadre y la elucubración: se sabe de la tragedia a casi una semana de haber ocurrido a través de una nota periodística en La Razón que, por lo que se describe es un cuadro lleno de equívocos y de imposibles dignos de la Dimensión desconocida: un padre que reacciona exactamente como no lo hubiera hecho nadie en una tragedia de tal magnitud (dejó todo en manos de unos chicos que hacen palomitas); la administración del cine que tiene peores protocolos para emergencias que el Titanic; un comunicado de la empresa redactado con las de caminar que en su afán de salvar el negocio afirma que no hubo un balazo cuando la PGJDF señala que sí. Por no hablar de unas autoridades que guardaron imprudente silencio en espera de que el inspector Bazbaz viniera a resolver el rompecabezas en el mejor estilo Paulette”.

Cito ahora lo que dice Ricardo Alemán en El Universal:

“La realidad supera, por mucho, a la ficción. Un menor de edad que acudió al cine con su padre fue alcanzado en la cabeza por una bala perdida disparada dentro de la sala de proyección, en plena función.

“El menor murió un par de días después en un hospital, luego que los empleados del cine lo trasladaron al hospital en el asiento trasero de un automóvil; no llamaron a los servicios de emergencia, no suspendieron la función —según la primera versión—, no dieron aviso a la policía y nunca se responsabilizaron de nada.

“Y claro, dejaron en libertad e impune a un criminal que no sólo entró al cine portando una pistola, sino que practicó tiro al blanco en la humanidad de otros espectadores.

“Todo ello sin que nadie hiciera nada para detenerlo, sin que nadie pudiera enterarse —con el riesgo de que el criminal siguiera disparando…

“¿Por qué nadie del Cinépolis Ermita se hizo responsable por la seguridad? ¿Por qué la empresa exhibidora no hizo nada para alertar a la autoridad y para tratar de detener al responsable del crimen? ¿Por qué nadie de la empresa Cinépolis reportó a la autoridad respectiva la agresión y el crimen? ¿Qué autoridad ha hecho algo contra la empresa exhibidora que, en los hechos, ocultó la agresión, favoreció la impunidad del criminal responsable e incumplió su responsabilidad social y empresarial?

“Hasta aquí existe una grave responsabilidad de la empresa exhibidora, Cinépolis, que no sólo violentó protocolos elementales de seguridad, sino de protección civil, al no haber llamado a los servicios de emergencia, no haber suspendido la exhibición de la película, no haber retenido a los asistentes a la sala, hasta en tanto no actuara la autoridad respectiva.

“En efecto, igual que a Cinépolis, a la PGJDF le valió un pito que Hendrik haya sido asesinado de un balazo en la cabeza cuando presenciaba una película.

“Los familiares de Hendrik debieron buscar ayuda mediática para que el asunto fuera conocido y, ahora sí, alguna autoridad aparente que intentará justicia.

“Sin embargo, la impunidad no es nueva en Cinépolis. En la historia de esa empresa, el patriarca Enrique Ramírez fue asesinado presuntamente por uno de sus hijos en la disputa de una multimillonaria herencia. Tampoco es todo, Cinépolis ha hecho del mal llamado Festival de Morelia no sólo una burla para el público, sino un coto de impunidad. ¿Hasta cuándo?”

En un asunto así, ¿por qué se sorprenden de que la gente especula interpretando los pocos hechos que se han conocido?, ¿por qué cuestionan que se habla de “asesino serial” o de cualquier otra cosa?

La culpa no es de la gente que especula, sino de las autoridades y de una empresa que quisieron ocultar un crimen ocurrido en una sala de cine.