Transporte Público, de mal en peor

Redacción MIRA | Las mal llamadas unidades de transporte público, particularmente los llamados microbuses o “peceras”, se han convertido en Ciudad Victoria en una verdadera amenaza para la ciudadanía, sobre todo para quienes tienen necesidad de abordarlas como usuarios, así como para los automovilistas.

Los accidentes como el que se muestra en la gráfica, son cotidianos en la capital de Tamaulipas, consecuencia de la pésima o nula capacitación de los choferes y por la ausencia de control de parte de las autoridades del  Transporte Público del estado.

A este problema se le añade las deplorables condiciones mecánicas de estas unidades que en realidad son verdaderas cajas mortuorias, a las que los propietarios y concesionarios no les otorgan la serie de mantenimientos mecánicos y de carrocería, aduciendo el eterno alegato de que la actividad ya no es negocio.

¿Por qué no se dedican a otro oficio, si el transporte de personas ya no les resulta negocio? La respuesta es sencilla: sus quejas politizan la actividad e inducen a negociaciones que no deben existir con las autoridades que se supone deberían regular a ese sector, concesionado por el estado.

Lo grave del caso es que dichas negociaciones repercuten siempre y negativamente en los usuarios, que tienen que soportar por extrema necesidad este servicio deprimente y de cero calidad.

La falta de voluntad de la Subsecretaría del Transporte Público para encarar el problema, y su bajo nivel de inspección, han hecho de este fenómeno un asunto permanente e inconcluso.