Luego andan de perros dando lástimas
Observatorio
Antonio Rosario
Una legión de gente dedicada a la prensa y racita que se hace pasar por “periodista”, amanecen y anochecen y van al wc hablando como por encargo de los suspirantes a las chambas de elección popular.
En esos moditos tan extraños de hacer periodismo en estos días que anuncian el Juicio Final, nadie habla de los que sufren a una runfla de vividores que sólo velan por sus ambiciones calenturientas, y en lo último que pudieran pensar es en el pueblo.
Y esto último jamás sucede. Con sus excepciones.
Hablan los periodistas y también los impostores, de “personajes” que andan por ahí implorando a los poderosos para que los hagan diputados, alcaldes o senadores.
O de jodido regidores o funcionarios municipales, pero con unas ganas patológicas de robar y volverse riquillos de la noche a la mañana.
Toda esa “clase política”, espantosa recua de huevones y parásitos, jamás aprenderán de las señales y signos que heredamos de la época prehispánica.
No tienen estilo ni chispa ni gracia ¡y qué carajos van a tener personalidad y lucidez!
No imitan ni el verbo amoroso del angustiado AMLO o una declaración afectuosa a los votantes de sus distritos y municipios.
Rechazan las urgentes gramáticas del pueblo, y son demasiado idiotas para entender que todo esto pasa, que rápido todo se vuelve historia, que pronto todos envejecen y que los sexenios son tan fugaces como fantasmales y que el billete robado se evapora si es que antes no los meten al bote otros que lleguen al poder, volviendo andar otra vez de perros dando lástimas.
Y eso ha sido siempre, y ahora más.
¿Quién les habrá enseñado esos moditos soberbios y mamones de incitar el odio social?
¿De quiénes habrán aprendido a hacer política sin tomar en cuenta al pueblo?
La única forma de ganar estas elecciones no es moviéndose en ese submundo dizque vip, sino acercándose con sinceridad y sencillez a la población con proyectos que resuelvan el angustioso tema de la sequía, de la inseguridad, de la impunidad y de esa jungla maldita en la que tienen viviendo a toda la gente.
Esa es la prioridad.
Y aprendan: todo lo demás viene por añadidura.