De “Soy leyenda” al zombie contemporáneo

Todo comenzó cuando un adolescente Richard Matheson acudió a ver un reestreno de Drácula. La idea que le vino a la mente fue que, si un vampiro era terrorífico, un mundo lleno de ellos lo sería aún más. La idea permaneció, y tras iniciar su andadura como escritor en 1950, en 1952 Matheson decidió trasladar su historia a una novela corta, que sería publicada dos años más tarde como Soy leyenda.

Su trama apocalíptica se convirtió en un gran éxito y pasó a ser un título de culto, haciendo de Matheson una referencia en el campo de la fantasía y la ciencia ficción. En cierto modo, el mismo escritor había pasado a ser una leyenda.

Puede resultar curioso o paradójico, pero lo cierto es que Soy leyenda, técnicamente una novela con vampiros, definió el concepto moderno de los zombies en la cultura popular al dar una explicación científica a los vampiros, haciendo por ellos lo que revolucionarias teorías científicas y médicas harían por los drogadictos, transformándoles de meros monstruos y degenerados en enfermos.

No eran necesariamente seres demoníacos, sino simplemente seres humanos infectados por un extraño virus que los convertía en algo distinto.

Sin embargo al modernizar el concepto de vampiro, alejándolo del arquetipo gótico y tradicional, Matheson creó, quizás de forma inconsciente, al moderno zombie, víctima de una plaga.

Los vampiros de Soy leyenda no son intelectuales aristócratas, sino seres vivos contra natura con órganos y cerebros dañados por una infección que prácticamente les priva de todo lo que les hacía humanos. En realidad la novela no sólo se reduce a la descripción de estos seres, pero por el bien del lector ajeno a la obra es mejor no ir más allá. De todas formas en su creación de esos nuevos vampiros y en la explicación del contagio a través de la mordedura, y de su comportamiento errático y obsesivo, Matheson definió la plaga moderna postnuclear y al zombie contemporáneo, alejado de los mitos hatianos y de los cuerpos muertos sin voluntad manejados por un ente superior, transformándolos en una primeriza versión de los zombies que podemos ver actualmente en cómics, películas y series.

Y el puente entre Matheson y esos nuevos zombies fue, evidentemente, George A. Romero, quien inspirado por Soy leyenda sentó las bases del género de zombies moderno. Sin embargo Matheson se quedó fuera de los créditos, y es conocida la anécdota de un encuentro posterior entre Romero y Matheson, en el que el director levantó sus manos en sentido de disculpa y dijo: «¡No gané ningún dinero con esa película!».

El segundo gran hallazgo de la novela fue introducir (o al menos popularizar) el concepto de el último hombre vivo, Robert Neville, el único superviviente de la raza humana, atrincherado en su casa de Los Ángeles combatiendo no sólo a los vampiros de cerebros inertes, sino también la terrible soledad y la noción de una supervivencia que tal vez carezca de sentido.

De hecho en la novela Neville ni siquiera tiene perro, ya que todos los mamíferos, o al menos todos los animales de compañía, han desaparecido o han sido víctimas de los vampiros. Parte de la grandeza de Soy leyenda viene de la descripción de la miserable vida de el último ser de una raza, de sus angustiosos pensamientos, de una vida que se mueve entre la depresión, la ira, e incluso unos instintos sexuales no satisfechos que se convierten en un poderoso enemigo (las zombies que acuden a su casa cada noche parecen percibir esa debilidad y levantan sus vestidos para forzar a Neville a salir de su hogar-búnker).

A pesar de que Matheson redefine a los vampiros con cierta simpatía (de nuevo viene al caso el paralelismo con los drogadictos), Soy leyenda no deja de ser una historia de supervivencia, y por lo tanto Neville no duda en deshacerse de sus enemigos, los vampiros, quienes por muy enfermos que sean, no buscan sino la destrucción del último ser humano. Por ello, para poder sobrevivir, Neville se ve obligado en convertirse en cazador. Tras refugiarse en su particular fortín anti-vampiros cada noche (sí, el mito de los ajos y las cruces forman parte de ello), Neville sale cada día a buscar alimentos y a limpiar zonas de la ciudad, entrando en edificios donde acaba con todos los vampiros durmientes que pueda encontrar.

Richard Matheson

Es esta parte de la trama la que hace de Soy leyenda algo diferente, llevando a la historia a un nuevo nivel, por encima de los ejércitos de infrahumanos y el mito del cazavampiros. Es mejor no entrar en más detalles, pero curiosamente esa gloriosa parte final, la guinda del pastel que convierte la novela en algo diferente y único (y más en la época de su publicación), ha sido continua e inexplicablemente soslayada por todas las adaptaciones cinematográficas que se han hecho de Soy leyenda, y que son la principal razón por la que la novela es conocida.

Ya que, sí, Soy leyenda es una obra de culto, pero no una obra famosa entre el gran público. Creo que debemos ser una gran mayoría los que primero accedimos a la historia de Matheson a través de alguna de las tres versiones cinematográficas más conocidas (si no contamos algunas no oficiales, como la del 2009, aunque en realidad los más puristas y acérrimos fans del escritor dirían que cada película de zombies es una especie de adaptación de la novela) que se hicieron del libro. Repasémoslas brevemente.

  • El último hombre sobre la Tierra (1964): Después de que el proyecto muriera en el seno de la Hammer, los derechos pasaron a manos de un productor norteamericano que decidió rodarla como un film de bajo presupuesto en Italia. El propio Richard Matheson colaboró en el guión, pero cuando posteriores reescrituras desvirtuaron el espíritu de su obra, el escritor exigió ser acreditado bajo seudónimo. El último hombre sobre la Tierra, rodada en blanco y negro, tiene un aire de producción a lo Roger Corman, sensación que se ve reforzada al ser Vincent Price el protagonista. Se mantiene parte de la trama original, el foso y los recuerdos de la hija. En cierta manera es la más fiel a la obra de Matheson, aunque omite el final original. La película muestra por primera vez a los vampiros torpes y descerebrados que servirán de base cuatro años después a los zombies de Romero. Él último hombre sobre la Tierra peca de una general escasez de medios, ya que no deja de ser un film de serie B sesentero, con todo lo que ello conlleva. Aun así hay algunas ambientaciones logradas, y, sobre todo, la labor del gran Price, sobre cuyos hombres recae prácticamente todo el peso de la cinta.
  • El último hombre… vivo (1971) Siete años después llegaba una segunda adaptación todavía más alejada de la novela original. El último hombre… vivo fue básicamente un proyecto al servicio de Charlton Heston, cuyos guionistas ahondaron aún más en el final mesiánico de la primera adaptación. En esta ocasión Neville se enfrenta a una extraña secta de zombies guiados por algunos de sus infectados más inteligentes. Los zombies conservan alguna de las fobias vampíricas como el temor a la luz del Sol. A diferencia de otras cintas futuristas de Heston, El último hombre… vivo no ha envejecido bien, pero quienes disfruten con la serie B añeja o sean incondicionales de Heston quizás la acojan bien. Como sucedía con su adaptación anterior, el gran valor de la cinta es su protagonista, el carismático Heston, que se basta por sí solo para mantener la atención del espectador. A su labor hay que añadir unas ciertamente espectaculares secuencias de una ciudad de Los Ángeles totalmente desierta.
  • Soy leyenda (2007) La tercera adaptación habría sido una magnífica ocasión para trasladar por fin a la gran pantalla la novela de Matheson, tanto por tecnología y presupuesto como por la oportunidad de mantener en el guión el enorme final de la novela. Las primeras se mantuvieron, pero no así lo segundo. Nuevamente se optó por un final heroico, y de nuevo los vampiros desaparecieron para dar lugar a zombies. Quizás Soy leyenda sea la mejor hecha de las tres (no necesariamente la mejor o la más interesante), y de nuevo uno puede disfrutar con una vacía gran ciudad (en este caso Nueva York) y algunas secuencias interesantes, pero en este caso se ahonda aún menos en la soledad de Neville, se pierde una buena oportunidad con el perro (quienes hayan leído la novela sabrán de lo que hablo), y sobre todo, desaparece una vez más la inolvidable conclusión. Se rodó, en realidad, un final alternativo cuyo espíritu se acercaba algo más al original de la novela, aunque sólo superficialmente. Se queda muy, muy corto (quien lo desee lo puede encontrar en los extras del DVD o en internet). Además de que simplemente no es el final de la novela. En resumen, otro film entretenido pero que no captura fielmente lo que ofrece la obra de Matheson.

Por todo esto no es de extrañar que Richard Matheson no haya dejado de afirmar cada vez que le han preguntado sobre ello que Soy leyenda, la novela, debería haber sido adaptada tal como es en su día, y que ahora ya no tiene sentido llevarla al cine. Que es hija de su tiempo, y que hoy en día una nueva adaptación no funcionaría y carecería de sentido.

Comprensible visión de un autor que ha visto su obra desvirtuada tantas veces en Hollywood, pero no estoy de acuerdo. Si el culto a una novela corta escrita en los 50 ha sobrevivido ha sido por algo, y al fin y al cabo, las buenas historias nunca pasan de moda. En la época en que se escribió muchos creyeron ver, cosa natural dado los tiempos que transcurrían, una metáfora del comunismo. De haber sido ésa la intención de Matheson probablemente hoy en día Soy leyenda ya estaría relegada al olvido. El mensaje de su novela iba mucho más allá, y el hallazgo de sus nuevos vampiros es hoy tan moderno como lo pudo ser en su día. Buena prueba de ello es el éxito que los zombies vuelven a tener de unos años a esta parte en la cultura popular. No, las buenas historias no mueren. ¿Acaso lo ha hecho el Drácula de Bram Stoker?

Evidentemente Matheson está dolido con el poco respeto que Hollywood ha mostrado hacia su novela, y no quiere oír hablar de más adaptaciones. Pero con una tecnología que permite crear ciudades vacías, o un presupuesto que permitiera vaciarlas (o una combinación de ambas como en la adaptación con Will Smith) y presentar unos vampiros decentes, un buen director y, sobretodo, un buen guionista y un productor que estuviera decidido a adaptar fielmente Soy leyenda, una última adaptación, hecha como debe hacerse, sería más que viable. Podría ser incluso un gran éxito, y convertirse en un título referencial. Hay directores ahí fuera capaces de llevarlo a cabo. No, no estoy de acuerdo con Matheson. Yo aún espero la versión definitiva de la novela. Aunque seguramente no la vean mis ojos. Aunque no tendría por qué ser un largometraje. Si visualizo el proyecto en la HBO, por ejemplo… eso podría ser grande.

De todas formas, esa novela corta llamada Soy leyenda, un hito en los relatos de ciencia ficción, fantasía y terror del último medio siglo, sigue esperando a ser descubierta por muchos que creen conocerla a través de los films. Yo también lo creí así hasta que la leí. Pero sólo conocemos la trama principal, la punta del iceberg. Hay mucho más, tanto sobre Neville, como sobre el gran secreto de la historia.

Si quieren descubrirlo, recurran a la obra de Matheson. Si les ha gustado la historia de las películas, la novela les dejará todavía más.